Nosotros como hombres tenemos la capacidad de realizar acciones que elegimos, entendiendo y queriendo eso que hacemos, para luego aceptar de manera voluntaria las consecuencias o fines que resulten de estas acciones.
La inteligencia que poseemos como hombres nos permite advertir la moralidad de aquellos actos que realizamos, entendiendo la naturaleza de ellos, abstraer su esencia y conocer los causantes de ellos, permitiendo que nos anticipemos y detectemos las acciones de las personas, reconociendo si sus actos cuentan con bondad o malicia, según un juicio personal.
Ahora bien, si como hombres, no supiéramos si un acto es bueno o malo, podríamos pensar que es mejor no averiguarlo para no sentirnos responsables si la respuesta no nos gusta y no sentir cargo de conciencia. Pero es imposible desligarse de nuestros actos si se tiene moral o conciencia moral. El hombre cuenta con múltiples herramientas para realizar o no sus actos (conciencia, voluntad, inteligencia, etc), por lo que quienes reconocen estas herramientas y saben utilizarlas de una manera correcta, siempre actuaran de acuerdo a la consecución de todas las herramientas de manera de obtener buenos resultados y poder hacerse responsable de la recompensa o consecuencia que resulten de ellos. Como hombres somos capaces, mediante la voluntad, de consentir o inclinarnos hacia algo que deseamos, por lo que si el acto a realizar trae consigo lo que se quiere, entonces permitiremos la realización de dicho acto.
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